Viena, 23 ago (EFE).- Adolf Holl, un polémico teólogo austríaco, asegura en su último libro que las mujeres son básicamente ateas, que el integrismo religioso es débil y que el sacerdocio está condenado a muerte.
Suspendido para el ejercicio del sacerdocio desde 1976 por la Iglesia Católica por sus planteamientos teológicos, Holl sostiene en su último libro "Carta a las mujeres ateas" que la religión es un invento masculino del que las mujeres son meras espectadoras.
"Cuando las mujeres se dan cuenta de que pueden vivir muy bien sin Dios, a los ángeles se les caen las alas y a los demonios los cuernos. Entonces, Moisés, Jesús y Mahoma parecen los estafadores estafados", escribe el teólogo en su última obra.
"El éxtasis de las místicas se transforma, mirando atrás, en erotismo sublime y los martirios de las jóvenes santas en excesos masoquistas", asegura el autor de libros como "Jesús en malas compañías", "La mano izquierda de Dios" o "Si yo fuera Papa".
Holl desarrolla además en su estudio, dedicado a tres amigas, una peculiar historia de la religión que no olvida extractos de las actas del proceso contra Juana de Arco y documentos sobre exorcismos modernos.
Para justificar su teoría, Adolf Holl, de 72 años, presume que "las mujeres tienen un mayor sentido de las realidades de la vida, el nacimiento y la muerte. Ese sentido de la realidad se manifiesta en una postura escéptica, incluso irónica, hacia la cultura masculina del espectáculo", en el que incluye los ritos religiosos.
En declaraciones al semanario vienés "Format", comenta también el reciente caso de un grupo de mujeres alemanas y austríacas que han sido excomulgadas por el Vaticano tras ser ordenadas sacerdotisas.
"No entiendo cómo esas mujeres se empeñan en alcanzar algo a lo que ya le ha llegado la hora final de la historia. El sacerdocio desaparecerá simultáneamente a la abdicación de los reyes", afirma el teólogo.
Asimismo aventura sobre el actual auge del integrismo islámico y afirma que el capitalismo, mientras se muestre "robusto y lleno de ideas", seguirá siendo "más poderoso que los fanáticos religiosos, por mucho que los 'fundis' masculinos y femeninos rueden sus ojos y deseen retornar a la época de los cuatro primeros califas".
"En cien años la Meca será un destino turístico al igual que Roma o Benarés, los guerreros religiosos se habrán transformado en diputados parlamentarios y el chador y la burka serán piezas de museo", sostiene Holl.
Finalmente comenta que "la aldea global ha enviado a los tres hombres de las religiones de Abraham al lugar donde se vieron iluminados, al desierto. Moisés, Jesús y Mahoma ya sólo pueden ser aprovechados por Hollywood como héroes de película".