Jueves de 02 Mayo de 2002

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Plantada

Fue terrible, realmente. Terrible para ella. Porque el chabón la dejó plantada, pero plantada de verdá, no en sentido figurado. La dejó con medio cuerpo en tierra. Quería que creciera más, era demasiado petisa para el gusto de él. Y le echaba agua a cada rato, y abono. La tenía adentro de la casa, en un macetón. Le había puesto una pantalla en la cabeza, además, y una bombita atornillada en la boca, para que sirviera como lámpara, también. Él se le sentaba en un sillón, al lado, a leer. Leía durante horas. Le gustaban las novelas eróticas y los libros de marketing. También, de vez en cuando, leía sobre visual basic y turbopascal. Después de unos meses ella dio a luz un hijo. Pero lo dio a luz de verdá, no en sentido figurado. Lo dio a la luz de la bombita que tenía atornillada en la boca. Y la luz lo proyectó sobre la pared donde estaba la biblioteca. Entonces un día, cuando él quiso sacar para leer un libro, que encontró. Encontró pañales. Pañales descartables. Y eran pañales descartables que ya habían sido descartados. El los quiso descartar, también, pero le fue imposible. No se dejaban descartar por segunda vez: eran pañales descartables pero descartables una sola vez. Entonces, desesperado, él le sacó a ella la bombita de la boca y le preguntó qué podía hacer, Ella, que era experta en relaciones públicas, le dijo "déme su teléfono; yo lo llamo a la brevedad". Él fue a buscar el aparato, que estaba en el dormitorio, y se lo dio. Ella entonces lo quiso estrangular con el cable. Pero no pudo, porque era un teléfono inalámbrico. Y se lo tuvo que tragar. Entonces qué pasó: sonó, el teléfono. Era la hermana de él, que llamaba. Y ella, a pesar de que tenía el teléfono en el estómago, atendió. Porque como era ventrílocua pudo hablar lo más bien. Y le contó a la hermana de él todo lo que había pasado. Ella, que vivía en la otra cuadra, enseguida fue. Pero cuando entró, no vio ni al hermano, ni a la cuñada, ni al sobrino. No quedaba nada ni del macetón, tampoco, ni del sillón, ni de la biblioteca. Quedaba la televisión, nada más. Y estaban dando una telenovela que se llamaba Corned Beef. Iban por el primer capítulo, recién. Se trataba de un matrimonio que él era vegetariano y ella no. Pero no porque comiera carne; ella no comía carne ni vegetales. Comía minerales, nada más. Entonces la mujer no podía entender porqué se llamaba Corned Beef, la novela. Quiso llamar al canal, pero en la casa no encontró el teléfono. Entonces se decidió a ir. Tomó un taxi y le dijo al chofer "al canal". Y él entendió mal, la llevó a otro tipo de canal. Un canal que habían hecho para irrigar unas plantaciones, en las afueras de la ciudad. Y la mujer, cuando llegó, vio que en las plantaciones no crecía trigo, ni maíz, ni nada de eso. Crecía su cuñada, nada más. Y en medio de todos los brotes, había un espantapájaros, que vigilaba, ahí, quietito, mirando la parte de atrás del horizonte. Y era el hermano, el espantapájaros.

("Plantada", de Leo Masliah)

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