La mente le empezó a fallar, la memoria. Entonces empezó a guardar los recuerdos en otras personas.
Era un procedimiento sencillo, se encontraba con alguien y él lo hacía, y ese alguien no se daba cuenta: él le dejaba algo, el cumpleaños de los 12 años, su primer beso, o cosas menos importantes como algún que otro asado con amigos, o capítulos muy graciosos de Los Simpsons. Qué cosa dejaba dependía de quién lo iba a guardar.
El sistema que había creado funcionaba, a pesar de lo incómodo y lo aleatorio que se volvía después volver a encontrarse con ese alguien y recuperar determinada memoria perdida. Funcionaba bien.
Pero de tanto dejar pensamientos empezó a desintegrarse su mente, y llegó un momento en el que recordaba muy poco y cada vez le costaba más recuperar su pasado y ya dejaba cualquier cosa en cualquier lado.
Y así fue como se transformó en nada, aire, un ente sin memoria que no recordaba ni su nombre ni como había llegado hasta ese punto.
Y vivió asi hasta el final de sus días. Sumido en un sueño, pero muy real, y muy feliz.