Pekín, 11 mar (EFE).- Quizá para recordar a los ludistas, esos trabajadores que en el siglo XIX destrozaban a golpes las máquinas que les quitaban el trabajo, lo cierto es que la moda ahora en China es coger un martillo y destrozar un coche marca Mercedes.

Si el pasado mes de diciembre era un propietario de un Mercedes Benz quien decidía convocar a todos en su ciudad para mostrar como rompía a golpes de mazo su automóvil, alegando que la compañía se negaba a repararlo, ayer fueron seis simpatizantes suyos quienes decidieron destruir un modelo S320 de la firma alemana.
El "Diario de la Juventud de Pekín" señala que el dueño de esta segunda víctima es un hombre de negocios amigo de Wang Seng, el primer propietario, dueño de un zoo en la ciudad de Wuhan (centro de China).
En el segundo caso, el hombre de negocios pidió a los encargados acabar a martillazos con su vehículo pero que no dañaran el interior de éste ni el motor, para poder volver a usarlo después de una visita a la chapistería.
Con esta actuación ha querido expresar su apoyo a Wang, quien mantiene un largo litigio con Daimler-Chrysler (fabricante de los Mercedes) en los tribunales, y que según los responsables de la compañía alemana les ha puesto las cosas muy difíciles con el incidente de diciembre.
Wang se queja de que el automóvil le daba continuos problemas y estaba continuamente en el taller, por lo que exigió a la compañía que se lo cambiara por otro, mientras que Daimler-Chrysler alega que el mal funcionamiento del vehículo venía causado porque el dueño del zoo utilizaba un carburante inadecuado.
En cualquier caso, no parece que la destrucción de Mercedes sea un movimiento de las masas populares contra las multinacionales o una vertiente de la antiglobalización, teniendo en cuenta que los dos propietarios han destruido voluntariamente un automóvil que un ciudadano medio de China sólo podría pagar con su sueldo de 10 años.