Pekín, 4 sep (EFE).- Meng Shengde, un maestro retirado de 57 años de la ciudad china de Xian, ha inventado un aparato con el que las personas con problemas auditivos pueden "oír" a través de sus dientes, ya que la mandíbula transmite las vibraciones del sonido a los nervios del oído.
El peculiar invento, del que se hace eco hoy la prensa de este país, consiste en una especie de boquilla de cinco centímetros que el paciente muerde con los dientes y conectada por cables, como si fuera un auricular, a una televisión, una radio, un teléfono móvil o cualquier otro aparato emisor de sonido.
Gracias a este aparato, que ha sido probado con éxito por un centenar de personas con problemas de audición, los dientes captan las vibraciones de esos aparatos y son capaces de oír, según asegura el inventor.
Meng explica que la sordera es causada normalmente por el deterioro de un órgano auditivo, el caracol, que es vital para transmitir las vibraciones a los nervios del oído, y asegura que la mandíbula puede sustituir a ese órgano gracias a su aparato.
El inventor, un fanático de la electrónica, dejó su trabajo de profesor a mediados de los años ochenta para dedicarse a su pasión en una tienda de reparación de aparatos eléctricos, aunque también abandonó esa ocupación y se ha pasado los últimos quince años dedicado exclusivamente a buscar un remedio eficaz para la sordera.
Esta búsqueda no ha sido fácil, ya que durante este tiempo Meng no ha tenido ningún ingreso y su mujer tuvo que emplear parte de su modesto sueldo -menos de 50 dólares al mes- para ayudarle en la financiación de las investigaciones.
La obsesión de Meng casi le costó un disgusto, ya que su mujer estuvo a punto de abandonarle y la familia contrajo deudas por valor de 50.000 dólares.
Por ello, el matrimonio espera que la comercialización del invento acabe con sus problemas económicos, amén de que cambie también las vidas de los más de 17 millones de chinos con problemas de audición.
Para los escépticos que no crean que los dientes pueden oír, se recomienda que hagan una simple prueba, consistente en tomar una goma elástica, morderla con los dientes, estirarla con una mano y, cuando esté bien tensa, tocarla con la otra mano, como si fuera la cuerda de una guitarra: no hay duda, tenemos dos oídos.