PARIS, 3 (ANSA) - Un médico francés ordenó hacerse sepultar junto a su esposa, muerta varios años atrás, dentro de una "tumba-freezer", esperanzado con la posibilidad de una resurrección que pueda reunirlos en el futuro.
Sin embargo, el proyecto de Raymond Martinot puede quedar próximamente desbaratado pues la prefectura del departamento de Maine-et-Loire determinó que ese tipo de sepultura viola la reglamentación en materia de funerales.
Martinot murió hace 10 días a los 79 años y fue sepultado por su hijo Remy en un gran y ruidoso congelador de acero inoxidable dentro de la cripta del castillo de la familia, en Nueil-sur-Layon, cercano a Loira.
Tras su muerte en un hospital, Remy transportó rápidamente el cuerpo de su padre hacia el castillo en una ambulancia refrigerada. Siguiendo las indicaciones que Martinot había dado en vida a su hijo, Remy inyectó al cuerpo de su padre una serie de líquidos "necesarios para el proceso de hibernación", fallando sólo con las dosis de glicerina, que resultó "demasiado viscosa".
Luego de haber concluido con la "preparación" del cadáver, sepultó el cuerpo de su padre en una tumba de dos metros y medio de largo y un metro y medio de ancho.
En esa misma tumba -en medio del frío glacial, a -62´ centígrados- yace desde 1984 la esposa de Martinot, Mónica, fallecida a los 45 años, víctima de un tumor cerebral.
El médico, obsesionado con la idea de la muerte, dedicó buena parte de su vida a idear esta sepultura de hielo y dejó expresas instrucciones a su único hijo sobre los procedimientos a seguir al momento de su muerte.
Martinot pensó todos los detalles para el momento de su muerte, convencido que los avances médicos harían posible su resurrección y la de su esposa hacia el año 2030.
Temiendo un posible corte del suministro eléctrico, el médico francés instaló en su cripta un generador, contrató un servicio de manutención semanal y hasta previó los factores a tener en cuenta en caso de un terremoto.
"Mi padre no estaba loco. A partir de los años '60 comenzó a interesarse por la criogenesis", dijo Remy a la prensa.
"El congelador lo construyó en los años '70 para sí mismo. Pero luego mi madre se enfermó y murió primero. Acepté involucrarme en eso para respetar sus últimas voluntades", agregó el hijo del médico.
Remy, de 35 años, vive solo en el castillo de Neuil-sur-Layon y transcurre sus días visitando periódicamente la cripta de sus padres.
Nervioso, mordiéndose las uñas, manifestó su temor que el congelador en algún momento no funcione correctamente y los cuerpos de sus padres se deterioren.
Pero otra variable ha aparecido para poner en riesgo el proyecto de la familia Martinot: la prefectura local intervino enérgicamente en el caso luego que la prensa local refiriera el caso de la cripta refrigerada de los padres de Remy.
Así, la prefectura solicitó al municipio que abriera una investigación y dos días atrás intimó a Remy Martinot a proceder a la sepultura de los cuerpos conforme lo establece la ley.
Excepcionalmente, la ley francesa permite una sepultura sobre un terreno privado.
En los próximas días, Remy Martinot deberá decidir si apela o no a la orden impartida por la prefectura.
Mientras tanto, un reconocido biólogo, Alain Ehrsam, advirtió que actualmente, la resurrección de un cuerpo entero resulta científicamente imposible.
"Ni siquiera somos capaces de revivir un corazón o riñón luego del congelamiento", señaló el biólogo.